sábado, 26 de noviembre de 2011

LA NOVELA SIDATORIA O DE RESIGNACIÓN

Un mal anónimo, aparece a principios de la década de los 80, con el objetivo de eliminar las defensas del hombre hasta hacerlo vulnerable a cualquier enfermedad y matarlo. En 1983, un grupo de investigadores dirigidos por el médico francés, Luc Montagnier, identifican y revelan públicamente al virus, llamándolo, SIDA. Pero han pasado ya tres décadas y aunque sabemos quién es el asesino, no podemos reducirlo con remedio alguno.
Este virus, cuando se incubó en el cuerpo de algunos escritores, dio inicio a un conjunto de Novelas que bien podemos llamarlas, Sidatorias, que se desarrollan a través de un similar hilo conductivo dentro de su temática, pudiéndolo considerarlas como un subconjunto del drama, (por estar inspirado en hechos reales) con características propias que son:
1.   EL TESTIMONIO. Generalmente personal o de su entorno. Donde el sida acompaña al personaje como parte de él.
2.   LA RESIGNACIÓN. (Característica fundamental). los personajes son conscientes de no tener remedio para su enfermedad y que se acercan a una muerte predestinada.
A este grupo, también podemos llamarla genéricamente “Novela de Resignación”, porque además del sida, existe, otras enfermedades con presencia ostentosa como el cáncer (algunos casos), que llevan a los personajes a la aceptación de su agonizante deceso. No debemos considerar a las pestes que alcanzaron tratamiento. En esta especie, la idea de incurabilidad de sus personajes es capital.
 
VEAMOS ALGUNOS TÍTULOS.
“Al amigo que no me salvó la vida”, del francés, Hervé Guibert. Esta novela testimonial, hace referencia a su colega y amigo el filósofo francés, Michel Foucault quien murió infectado en 1984.  Su segunda novela es “El tratamiento compasivo”. Que viene a ser la continuación del primero, donde describe su propio decaimiento, y la revelación de un remedio. Guibert, al hacer un comentario de sus textos declara: “Mis personajes, hoy están en todas partes, son centenares, miles”.
“Confesiones de un sui-sida”, de Roberto Giorgi, narra la historia de un joven que lucha contra la enfermedad y la discriminación de su entorno. De igual temática pero con  carácter legista, es “Philadelphia” de Davis Christopher, quien describe la historia de un prominente profesional que ve truncada su carrera por ser homosexual y portador del VIH y para hacer respetar sus derechos, es asesorado por un abogado, que padeció años anteriores semejante discriminación por ser negro.
“Toda esa gente solitaria”, es una antología testimonial de 18 pacientes del sidatorio cubano. Por otro lado, en “Salón de Belleza” de Mario Bellatín, no nos habla de un hospital, sino de un galpón en la trastienda de una estética, que funcionaba como moridero para enfermos en fase terminal, a cargo de un estilista, también contagiado por el virus (que no se nombra textualmente como sida, pero se deduce por los síntomas descritos). Debemos detallar que en esta novela, no se ve intento alguno de sanar a los enfermos, se  rechaza todo tipo de ayuda especializada, solo se les atiende en sus necesidades básicas mientras mueren, el estilista encargado, consideraba un acto de inhumanidad el tratar de mantenerlos en vida.
El escritor cubano, Reinaldo Arenas, tuvo una vida de novela y una gran novela para la vida, titulado “Antes que anochezca”, donde el autor revela su decaimiento físico a causa del VIH, pero firme en sus ideales. Leamos algunos fragmentos: “Las enfermedades son producto de la naturaleza y por lo tanto, como todo lo natural no es perfecto, se puede combatir y hasta eliminar. El sida es un mal perfecto (…) su función es acabar con el ser humano de la manera más cruel. Esta perfección diabólica es lo que hace pensar, a veces, en la posibilidad de intervención de la mano del hombre. (…)  Los gobernantes del mundo entero,  tienen que sentirse muy contentos con el sida, pues gran parte de la población, que no aspira más que a vivir, desaparecerá con esta calamidad”
Para pesar de sus seguidores, después de terminar su novela, se suicida como un acto planificado y así se revela, en líneas finales de su libro “Me voy sin tener que pasar primero por el insulto de la vejez”. Esta novela fue correctamente interpretada en el cine por Javier Barden en el 2000, en la película de igual título, con el cual Bardem se hace merecedor de una nominación, como mejor actor en la premiación del Oscar 2001.
“Julio Cortázar”, es un revelador ensayo de la uruguaya, Cristina Peri Rossi. Aquí afirma para sorpresa de muchos, que el novelista argentino, muere el 12 de febrero de 1984, no por leucemia, como dicen los partes de la necropsia, sino, por sida, debido a una transfusión de sangre que se le hizo en Francia en 1980. La autora, amiga cercana de Cortázar, respecto a este caso específico, recuerda lo que Julio le dijo, muy contento, aquella vez, “Cristina soy un hombre nuevo ¡tengo dos litros y medio de sangre nueva!”, sin saber que esa sangre, le daría una alegría efímera, porque los partes médicos posteriores a la transfusión, afirman sobre “La presencia de un virus indeterminado”, dentro del cuerpo de Julio (recordemos que recién en 1983 se revela al sida). Tal sospecha, se fue concretizando, cuando en 1984 se produjo un escando en los hospitales franceses, que venían haciendo transfusiones, sin las medidas preventivas necesarias. También respalda esta afirmación, la posterior muerte de su esposa Carol Dunlop, por el VIH.






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